Cuando pensamos en imagen corporal, muchas veces la asociamos con la adolescencia. Sin embargo, la evidencia muestra que este concepto comienza a formarse desde los primeros años de vida.
La infancia es una etapa fundamental para consolidar una percepción corporal saludable y evitar alteraciones que pueden derivar en problemas de autoestima, salud mental o trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Como profesionales de la salud (nutricionistas, pediatras, psicólogos), tenemos un rol clave en la prevención de problemas de imagen corporal infantil. Este recurso ofrece un abordaje claro, práctico y basado en evidencia científica.
1. ¿Qué es la imagen corporal?
La imagen corporal infantil es la representación mental y emocional que un niño tiene sobre su propio cuerpo. Incluye:
Componente cognitivo: cómo piensa sobre su cuerpo.
Componente emocional: cómo se siente respecto a su cuerpo.
Componente perceptual: cómo percibe el tamaño y la forma de su cuerpo.
Componente conductual: cómo actúa en función de su imagen corporal (por ejemplo, evitar mostrarse, comer en exceso o restringir alimentos).
La imagen corporal no es estática: evoluciona con el tiempo y las experiencias. No obstante, se consolida desde la infancia y puede dejar huellas duraderas en la salud física y mental.
2. Etapas del desarrollo y consolidación de la imagen corporal
Lactantes: El cuerpo es fuente de exploración y placer. La percepción se forma a través de la relación con cuidadores y entorno.
Preescolar: Aunque la imagen corporal no es explícita, ya existe exposición a ideas y prejuicios que influirán más adelante.
Edad escolar: Surgen comparaciones con pares, se internalizan mensajes sociales sobre “cuerpos ideales” y la opinión de otros niños cobra gran importancia. Antes de los 10 años, ya hay quienes expresan insatisfacción corporal.
Adolescencia: Etapa crítica por los cambios físicos, la influencia de pares, redes sociales y marketing, factores que pueden distorsionar la percepción de la imagen corporal.
3. Influencias clave en la imagen corporal infantil
Familia: comentarios sobre el cuerpo, valoración del aspecto físico, estilos de crianza.
Profesionales de la salud: uso del lenguaje en consulta, enfoque excesivo en peso o IMC.
Medios y redes sociales: idealización de cuerpos y estereotipos estéticos.
Entorno escolar: bullying, comentarios de compañeros, actividades deportivas o escolares que refuercen estándares de belleza.
4. Alteraciones de la imagen corporal
Las alteraciones incluyen distorsión e insatisfacción corporal:
Distorsión: diferencia entre la percepción y la realidad objetiva del cuerpo.
Insatisfacción: discrepancia entre la imagen corporal actual y la percibida como aceptable o deseada.
Estas alteraciones pueden derivar en:
Baja autoestima.
Trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Ansiedad y depresión.
Conductas compensatorias (restricción alimentaria, ejercicio excesivo, evitación social).
Identificar estos signos de forma temprana permite actuar a tiempo y prevenir complicaciones en la salud mental y nutricional infantil.
5. El rol del profesional de la salud
Nutricionistas, pediatras, psicólogos y otros profesionales debemos:
Evitar comentarios centrados en peso o apariencia.
Usar lenguaje positivo y respetuoso.
Resaltar el valor del cuerpo por lo que hace, no solo por cómo se ve.
Educar a las familias sobre diversidad corporal y salud en todas las tallas.
Promover estilos de vida saludables sin caer en la cultura de dieta.
El consultorio puede convertirse en un espacio de prevención o, si no se maneja bien, en un lugar que refuerce inseguridades.
6. ¿Cómo apoyar a los niños y sus familias?
Escucha activa y empática.
Identificar señales de alerta tempranas.
Derivar a psicología o psiquiatría cuando sea necesario.
Brindar a los padres herramientas para fomentar la autoaceptación y la resiliencia en la infancia.
7. Reflexión final
La prevención de los trastornos de la imagen corporal en pediatría comienza desde los primeros años de vida.
Cuidar lo que decimos, lo que mostramos y cómo acompañamos a los niños puede marcar una gran diferencia en su bienestar actual y futuro.
Como profesional de la salud, tienes la oportunidad de ser un agente de cambio en la construcción de una infancia más saludable y con mejor autoestima.
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